Si el arte es ante todo un ejercicio de la voluntad creadora, en Grecia Rivera Fis, este aspecto se manifiesta con formidable fuerza. Porque Grecia Rivera decide de ante mano lo que quiere, y su pincel lo busca con tenaz ahínco hasta las últimas consecuencias. En esa búsqueda transcurren el pincel y la mente de la artista, surcando superficies, arándolas, desmenuzando el terrón y deleitándose en las mil y una maneras de mostrarlo cada vez como un hallazgo nuevo.
Mapas que se tornan nubes, o figuras desnudas que se entremezclan con sutiles arpegios cromáticos como si danzaran en medio de una vertiginosa avalancha de dicha. El rojo tierra de algunos de sus lienzos se prende a los bordes de algún azul de cobalto o de un negro o de un gris que trasciende los límites de su espectro y se adentra en otros cuerpos que yacen en posición de espera.
La obra de Grecia Rivera, exalta sin duda, el poder de la voluntad y sobe todo, el de la imaginación.