Domingo Liz es una de las glorias del arte dominicano. Hombre de gran conciencia artística y una amplia experiencia de vida, que ha sabido desarrollar su vocación creadora de la mano con su labor como educador, la cual ha desempeñado por 42 años en la Escuela Nacional de Bellas Artes y por 28 años en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Liz se caracteriza por tener una profunda y enigmática visión del mundo y de sí mismo que ha traducido a sus lienzos, los cuales constituyen su mayor legado al país y el mundo. Hombre de pocas exposiciones y una selecta obra, lo que se debe, según él mismo explica, a que durante toda su vida se dedicó de manera paralela a la enseñanza y el arte, por lo que debió repartir su tiempo entre estas dos pasiones que a lo largo de los años han sido sus principales inquietudes. Además, añade: “Prefiero mostrar las obras que representan un período de tiempo y una visión, por eso todas mis exposiciones representan un período de mi existencia creadora, lo que permite apreciar mejor la evolución de mi arte”.
Trayectoria
A lo largo de su vida, Domingo Liz ha realizado cinco exposiciones individuales. La primera se produjo veinte años después de graduarse de la Escuela de Bellas Artes, ya que según él, fue discípulo post grado de Jaime Colson y, como consecuencia, su trabajo reflejaba una tendencia a copiar el estilo de ese artista, por lo que decidió no exponer hasta encontrar su propia voz. Esa búsqueda lo llevó a desarrollar su propio estilo, caracterizado por colores y formas propias, fruto de su experiencia visual, en donde los personajes que aparecían eran caricaturescos y tenían una evidente y voluntaria desproporción anatómica. Todo esto surgió del propio medio que lo rodeaba y del barrio La Ciénega, el cual se convirtió en su gran inspiración.
La segunda exposición la realizó veinte años después en la Galería de Arte Moderno y era un conjunto de pinturas y dibujos que mostraba una mejor definición del color, mayor investigación de las características satíricas de su primera entrega y una visión más definida.
Así continuó hasta realizar su quinta y más reciente individual, presentada en la Galería Varelli, ubicada en La Marina de Casa de Campo. De acuerdo al artista, esta muestra lleva a un grado superior las sutilezas de su arte, el cual se manifiesta con mayor libertad y menos prejuicios. “Estoy en mi etapa de mayor libertad y continuaré hasta entregar la mejor producción de toda mi vida, la más libre, la más llena de expresión, la más simbólica, la más simple y sintética”.
Multifacético
Domingo Liz es un artista multifacético. Además de trabajar la pintura y el dibujo, ha incursionado en la escultura y varias de estas obras han sido premiadas en importantes concursos de arte, como la bienal que organiza el Centro Cultural Eduardo León Jiménes. Según él, hubo una época en la que sólo realizaba esculturas, tanto en madera como en metal, pero tuvo que volver a la pintura y el dibujo debido a que algunos de los materiales con los que estaba trabajando le resultaban nocivos.
Sobre su labor como profesor dice: “La educación es una parte muy importante de mi existencia. Es una parte consustancial de mi vida y una de las actividades que más dignifican. El educador da y también recibe, ya que uno aprende tanto como enseña. He aprovechado esta experiencia al máximo y he tenido la dicha de cultivar relaciones importantes y profundas con algunos de mis estudiantes, quienes me tratan con mucho respeto”.
El valor del arte
Al referirse a los valores del arte, explica que una de las cosas más nefastas en este oficio es la imitación y que la originalidad sólo puede venir “cuando el ser se expresa con autenticidad, con sinceridad, relacionándose con el mundo visual que lo rodea, ya que el artista debe mantener esa conexión con la realidad”.
Manifiesta que en el mundo artístico se ha generado toda una cadena de mentiras que involucra a todos los agentes y que ha llevado a que los valores del verdadero arte se tergiversen: “Los valores se falsean cuando entran en juego ciertos intereses y la opinión crítica miente cuando está pagada”.
Comenta que las realizaciones trascendentes corresponden a una minoría, ya que sólo un pequeño porcentaje es de verdad creador: “La mayoría son imitadores. Por eso cuando un artista de verdad empieza a trabajar con un lenguaje íntimo y auténtico, inmediatamente se crea una escuela. En la cabeza de todos los ismos hay uno o dos creadores”.
Apunta también que a pesar de todo ese mundo de falsedades que se genera en torno a esta profesión, el arte auténtico siempre trasciende esas barreras, ya que resulta difícil encubrir los verdaderos valores.
Arte Dominicano
Al referirse al arte dominicano destaca que el trabajo local tiene la misma categoría y calidad del que se está haciendo en otras partes del mundo, pero señala que falta una mayor promoción: “Pasamos por una etapa de dictadura que limitó el arte y los gobernantes siguientes no han invertido ni realizado verdaderos esfuerzos para promocionar el arte nativo. Para el mundo exterior estamos rezagados en comparación con Latinoamérica, pero la realidad es que no conocen lo que hacemos”.
Sobre la nueva generación indica que todo pueblo tiene sus talentos jóvenes auténticos y este es el caso de República Dominicana, pero advierte que hay una gran mayoría que imita: “Hay mucha imitación y con esto de la globalización, la nueva generación se está dejando abrumar por valores foráneos y se está desligando de las características visuales que le rodean”.
Texto de la Escritora Rosa Silverio